La Catequesis del Buen Pastor nace de la alegría de los niños en su encuentro con Dios, y siempre -donde se quiera- ha vivido alimentada de dicha alegría.
Se ha observado que los niños desde la más tierna edad, buscan la experiencia religiosa con avidez, se satisfacen en ella sólo si son ayudados a vivirla en sus elementos más profundos y esenciales, dejando de lado todo infantilismo. Si estas condiciones se logran, el niño vive su relación con Dios en asombroso encanto, en profunda alegría, que lo pone en paz al satisfacer una exigencia vital.
La catequesis pierde así todo carácter escolástico para convertirse en experiencia de vida, educación en la fe, celebración del encuentro con el Padre, a la escucha del único Señor y Maestro, y, en obediencia al Espíritu.